Fuente de la imagen: Código Carnaval (edición de la imagen a cargo de Feminarian)
Gaditana, mi rosita temprana, la flor más bella de Andalucía
“La Fantasía”.
La mujer en el ámbito carnavalero ha sido una mera recibidora de elogios y piropos en las letras de carnaval. El papel de la gaditana históricamente era aquella que, en la sombra, cosía y diseñaba los tipos del marido y de los compañeros; le preparaba la cena para que estuviera en la mesa al llegar a casa tras los cantes y las copitas; la que llevaba bocadillos cuando la agrupación formaba parte del jolgorio callejero; y por qué no decirlo, era también la que a veces le chivaba al marido el chiste con el que remetar el cuplé. La gaditana era la musa delicada, “la bella flor” al que dedicar los tangos y, más tarde, los pasodobles. Cádiz personificada como mujer. Personas en la sombra a las que agradecer y ensalzar, pero a la sombra al fin y al cabo, porque es más cómodo para el patriarcado dejar a la mujer en casa y así, allanarse el camino.
El texto citado anteriormente es el comienzo del tango del coro “Fantasía” del año 1956. Las coplas del Carnaval de Cádiz son documentos valiosos del retrato que la sociedad hace de la actualidad que les rodea. Son una base documental sólida independiente de los medios oficiales, son la voz del pueblo. Mejor dicho, de una parte del pueblo. Tristemente, las mujeres no plasmaban sus opiniones y vivencias en estas letras. Pero, ¿cómo no tener representación femenina en la fiesta oficial de la ciudad? Para ello existía la figura de la Reina del Carnaval durante las Fiestas Típicas de Franco, que estaba encarnada por la hija de un ministro o alguien de relevancia. Es decir, un título ganado a través de los méritos de un hombre. Revelador, ¿no? Tras la democracia, esta figura pasa a convertirse a Diosa y las candidatas a ello se denominarán Ninfas. El proceso de selección siempre fue algo opaca y llena de circunstancias sospechosas, cuanto menos. No era vox populi qué características debían reunir las mujeres que prosperaban en el proceso de selección. ¿Funciones de Ninfas y Diosa? Asistir a las funciones del Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas de Cádiz (COAC) como representación de las mujeres aficionadas, personarse en galas y otros eventos de postín y… fin. ¡Ah!, y bailar el tango “Los Duros Antiguos” allí donde le llevaran sus responsabilidades, ataviadas con el traje típico, el traje de Piconera. El trabajo era activo, es decir, durante la semana de carnaval las ninfas eran omnipresentes y el tamaño de sus ojeras iba aumentando considerablemente según avanzaban los días. Pero representar, lo que se dice representar a la mujer gaditana…como que no.
Cuando se hablaba de ninfas en las conversaciones de la calle siempre iba acompañada de una risita con sorna. Hacía ligera gracia que la figura obsoleta que limitaba de manera institucional a la mujer a un papel decorativo aún existiera en pleno siglo XXI. En el año 2016 se suprimió de manera oficial la elección de Diosas y Ninfas con su consecuente revuelo y voces contrarias, permitiendo que algún ente privado pudiera hacerse cargo libremente de ello. Tres años después, aún no se ha elegido nueva diosa. Saquen conclusiones.
En la historia del carnaval gaditano, muchas mujeres se rebelaron ante esta visión de mujer sonrojada bajo la batea de un coro a escuchar un tango dedicada a ella o a la de ser ninfa. Para ser justas, hay que reivindicar a aquellas artesanas y modistas que dieron vida a los tipos de agrupaciones de carnaval. ¿Qué es el carnaval sin un disfraz? Ellas, que idearon patrones caseros, que buscaron telas idóneas, que cosieron a mano o con máquinas rudimentarias, hicieron su propia revolución creativa desde una habitación de su casa. Tanto les debemos que daría para otro post.
Pero también hubo mujeres que decidieron dar un portazo y salir de la casa. Desempolvar las gargantas y calentar las voces. Ellas, auténticas VALIENTES. Gracias a “Las Petits Criollas” que en 1914, coincidiendo con el gobierno republicano, se colocaron el sombrero de copa y se presentaron como “Murga Feminista”. ¡Toma ya! Les seguirán otras como “Las Trovadoras Modernistas” (1928), o “Show de Wald” (1969). Además se hizo más común la presencia de mujeres en agrupaciones masculinas.
Mención aparte merecen la célebre chirigota “Las Molondritas” del año 1980 que, con los aires de democracia, aparecieron en el panorama carnavalero, actuando en la final del concurso oficial, sin concursar, con descaro y mucho arte. Hoy se les recuerda con cariño, pero en su tiempo “pasaron las del veri veri”, que se dice por aquí. Recuerdan que les insultaban otras mujeres por el hecho de ir disfrazadas y abanderarse de una libertad propia de hombres. Lo cierto es que facilitó el camino a las siguientes generaciones que comenzaron a ver con normalidad a mujeres cantando con ironía y guasa.
En cuanto al coro, su presencia ha estado más normalizada, sobre todo en el tema de ejecución de instrumentos. También las voces femeninas se han integrado con las masculinas. En este tema fue un referente Adela del Moral, autora de coros mixtos. AUTORA, se dice pronto pero encierra un gran significado, pues pocas mujeres pueden quitarse las ataduras que conlleva la vida de cuidados familiares y dedicarse a actividades de ocio. Hoy en día, aún sigue siendo un hándicap para las carnavaleras. Volvamos a Adela que en el año 1981 escribe “Mariscaores gaditanos”, coro al que le seguirían otras agrupaciones de gran relevancia, una carrera repleta de premios y reconocimientos. Del Moral cederá el testigo a Lucía Pardo que tuvo que cargar con el “sambenito” de “hija de…” y que se especuló la idea de que no era la verdadera autora. El patriarcado a veces tiene que frotarse los ojos para asimilar el talento femenino. Su grupo, casi enteramente formado por mujeres (excepto algunos instrumentos y voces de bajos) fue el primer coro denominado como “femenino” en alcanzar una Final del COAC. ¡Bravo! Fue con “Que Dios nos coja confesá” en el año 2015.
Y otra sorpresa en cuanto autoría femenina: este mismo año, 2015 se presenta la primera comparsa escrita por una mujer. La sevillana María Núñez lleva al concurso la agrupación cantada por mujeres llamada “La Inoportuna”. Recalcamos el hecho de “mujeres autoras” porque significa que por fin las voces de ellas cantan a problemáticas y vivencias propias de mujeres. Hasta llegar a Adela, Lucía y María, las pocas mujeres que han cantado carnaval lo han hecho como altavoz a las letras de hombres. Ya era hora de cantar por y para nosotras mismas.
Es, cuanto menos, curioso las innumerables veces en que los hombres se han disfrazado de mujer y adoptado roles de mujer desde una visión masculina. Las pepis y las marujas no se han visto representadas fielmente, pues vienen cargadas de un conjunto de estereotipos. No pretendemos quitar méritos a los autores y ejecutantes que han personificado a la(s) mujer, es su visión, pero nunca llegarán a profundizar en las causas que han llevado a ser al personaje tal y como son. Ellos aprovechan el carnaval como una oportunidad para “trasvertirse” y tomar el rol femenino sin miradas inquisidoras que tambalean la masculinidad del sujeto. Curioso, ¿verdad? A no ser que el tipo dignifique al colectivo trans, como cuando el pasado año 2017, unos individuos insultaron y agredieron a un componente de “La reina de la noche” por encarnar a “drags Queens” en su agrupación.
Por otro lado, seguimos avanzando. Desde el año pasado existe una cuenta de Facebook llamada “Carnaval Feminista”. Un atril público que pone en jaque letras que se cantan en el Teatro Falla sacándole la puntillita machista a las letras. Necesario analizar temas que tenemos interiorizados y poner en evidencia el machismo existente en el carnaval. Y de paso, nos tomamos unos chupitos en honor al rancio concepto de “suegra”, de la “parienta” y de una chiquilla que se llama “Chabelita”.
Y llega el carnaval callejero. El de la indiosincrasia de la tierra. Del que no podemos dar cifras certeras porque su naturaleza “ilegal” puede hacernos caer en error. Las chirigotas callejeras siempre contaron con presencia femenina. No siempre en solitario, pues allá por los 90 eran comunes las “chirigotas familiares”, cuyos componentes eran matrimonios con hijas e hijos y participaban de la fiesta todos juntos. Si no podemos liberarnos de los cuidados, nos los llevamos.
Las Niñas de Cádiz, capitaneadas por Ana López Segovia fue de las primeras (de muchas) en crear una agrupación enteramente femenina: voces, letra y música. Hay dos palabras que las definen “poca vergüenza”. Nada peyorativo, al contrario. Es símbolo de audacia y agallas. Pusieron en su boca palabras malsonantes y atrevidas evidenciando que también las necesitamos para expresarnos. Pioneras en hablar del reloj biológico y de que a las mujeres también nos gusta empinar el codo. Y mucha mucha gracia. Aún le siguen preguntando a Ana que quién les escribe las letras de verdad. De nuevo el “frotaje” de ojos. Otra agrupación destacable fruto de la creatividad feminista es chirigota de las Cadiwoman que llevan el feminismo por bandera y cuyas letras han trascendido fronteras, como su letra al clítoris. Tantos años cantándosele al miembro viril y a sus atributos y con sólo una a nuestro “botón del placer”, el carnaval de Cádiz llega a rincones insospechados. Claro, la falta de costumbre y el humor con el que se hace eran ingredientes elementales.
Queda mucho por hacer, pero es de valorar los pasos que se van dando, despacito y con buena letra. La sociedad aún sigue creyendo que las mujeres no disfrutamos más del carnaval de forma activa porque no queremos o no nos interesa. Tenemos interiorizado que no es natural o que es falso que las mujeres tengamos más difícil participar de él. Hace unos días, en el programa de entrevistas “El Pasacalles”, la autora de comparsas Patricia Andrés opinaba que “El machismo se ve cuando el padre se va a ensayar y la madre no puede porque se queda con los hijos”. Las opiniones vertidas en contra y a favor no se hicieron esperar. Incluso un sujeto opinó que “si las mujeres quieren salir en carnaval, que no tengan hijos”. Tal cual. Mucha tela que cortar.
Seguimos avanzando valientes, disfrutemos del carnaval cada una a su manera: cosiendo, escribiendo, cantando o como mera aficionada. Pero siempre con libertad. Que eso nunca nos lo quiten y menos en la fiesta de la alegría.
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