Hoy en #píldorasdepedagogíafeminista hablamos de <<cuerpos periféricos>>, el concepto de moda que pronto veremos estampado en una camiseta de Bershka si seguimos nombrándolo más que Hodor diciendo Hodor.
Hay tantos cuerpos periféricos últimamente que nos estamos quedando sin cuerpos normativos en el centro. Y es que hay una tendencia masiva a nombrarse como cuerpo periférico para dramatizar sobremanera cualquier relato. Como si ser un cuerpo en esta sociedad ya de por sí no fuera complicado.
Escribo este post por dos cosas: la primera, porque estoy harta de ver cómo los cuerpos normativos se apropian de esta experiencia corporal para sacar beneficios; la segunda, porque muchas seguidoras me han solicitado que escriba sobre el tema. Y este es el resultado.
Definiendo
Si existe una periferia es porque hay un centro que desplaza hacia los márgenes todo aquello que no cabe en ese centro. El centro está reservado para el cuerpo varón, heterosexual, blanco y pudiente socioeconómicamente. Alrededor de ese centro se van desplazando aquellas personas que cumplen con una o varias de las características hegemónicas por excelencia. Hasta llegar a los márgenes… allí están los cuerpos periféricos, los que no cumplen con esas características pero que, además, cumplen con otras características que son rechazadas y estigmatizadas en ese sistema de reparto injusto de poder.
Los cuerpos periféricos son los cuerpos con diversidad funcional, los cuerpos tullidos o mutilados, los cuerpos trans, los cuerpos gordos, los cuerpos pequeños, los cuerpos racializados.
Los cuerpos a los que ser cuerpo les duele, empobrece, limita.
Y que tienen que hacer malabarismos para sobrevivir a la cotidianeidad porque es muy difícil habitar y habitarse cuando la vida se sale por cada costura del patrón de los cuerpos normativos.
¿Y las mujeres?
Una mujer no necesariamente es cuerpo periférico por el mero hecho de ser mujer. Hay una clara diferencia entre ser mujer y ser mujer periférica en cuanto a lo que se refiere a privilegios, poder y experiencias de género. Si has tenido suerte en el reparto genético y además tu contexto sociocultural es privilegiado, estarás más próxima al cuerpo normativo y los dolores de la periferia te serán ajenos a tu propia experiencia. Así que, si eres blanca, heterosexual, alta y delgada (más otros privilegios…) no te apropies del concepto de “cuerpos periféricos” para adornar tus dramas del primer mundo.
Otro aspecto a tener en cuenta es que no es lo mismo ser cuerpo periférico que <<cuerpo disidente>>, que también lo he visto usado como sinónimo y me gustaría aclararlo. El cuerpo disidente es el cuerpo que conscientemente se aparta radicalmente del ideal de cuerpo normativo con desobediencia, ruptura, indomabilidad, contraste…
Así, se puede ser cuerpo periférico, pero no tienes el por qué ser cuerpo disidente (ejemplo: modelos con diversidad funcional adaptándose al ideal de belleza normativo); y se puede ser cuerpo disidente sin ser necesariamente cuerpo periférico (ejemplo: la famosa cantante y actriz Ruby Rose)
Los casos particulares
Me llegan muchos mensajes de historias personales que se ofenden al sentirse excluidas del análisis estructural feminista que generalmente hacemos en torno a temas como la gordofobia o la diversidad funcional.
Por ejemplo, algunas mujeres refieren haber sufrido maltrato y violencia alguna vez en su vida por ser delgadas y altas, dos cualidades normativas que en algunos casos se tornan contra las mujeres que las encarnas dañándolas igual que si fuesen cualidades no normativas, como ser gorda y baja. Esto suele ocurrir en algún momento o contexto, no en todas las dimensiones de su vida. Por ejemplo, algunas me han contado que ser muy delgadas ha supuesto una tortura en su familia, pero luego un punto a favor para encontrar empleo. Es la diferencia básica entre ser caso particular y ser caso estructural.
Cuando oigo testimonios así siento una profunda tristeza y me da muchísima rabia cómo el patriarcado nos maltrata a todas las mujeres y cómo la tiranía de la belleza es capaz de alargar sus tentáculos de maneras muy perversas. Sin embargo, aunque me duelan estos casos particulares, sé que la lucha hay que enfocarla hacia la colectividad, hacia lo que compartimos todas las mujeres y que nos maltrata estructuralmente.
Contra la apropiación, lucha periférica.
Si existen tantos cuerpos periféricos, ¿por qué me siento tal sola?
Ocurre cuando buscamos alianzas en cuerpos que solo son periféricos en sus perfiles de Instagram. Por eso, he redactado estas claves de desarticulación de la apropiación:
Te apropias de la lucha de los cuerpos periféricos:
# si gozas del privilegio del cuerpo normativo y a pesar de eso te nombras como cuerpo periférico.
# concretamente: si eres blanca, heterosexual, alta, delgada y gozas de buena situación socioeconómica.
# si para ti los cuerpos periféricos son meros objeto de estudio que te sirven para ganarte la vida.
# si apoyas exclusivamente el trabajo de cuerpos normativos.
# concretamente: si crees que es casualidad que sigas el trabajo de personas con cuerpos normativos.
# si siempre asocias el cuerpo periférico al drama, pero no observas en este poderío y resiliencia.
Y ahora que me he mojado y atrevido a definir esto, ¿qué piensas?
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