Hoy se celebra el Día Internacional de la Matrona o de la Partera para, según la ONU “valorar y reconocer el valor de las matronas o parteras en el momento de atender a las mujeres embarazadas y el posterior nacimiento de los bebés”.
Se trata de un oficio feminizado (un 91%, según el Sistema Nacional de Salud) porque, una vez más, se caracteriza por los cuidados que se le deben prestar a las mujeres durante preparto, parto y posparto.
La complicidad, la empatía y el cariño (o así lo hacen las matronas que aman su trabajo y así debería ser siempre) son claves en esta profesión que algunas califican como “la más bonita del mundo”, aunque también conlleva momentos muy duros y un gran sacrificio.
Mimi Melero, matrona de Cádiz, suele decir que requiere un “sexto sentido” que aporta la experiencia. Pensamos que también es una herencia ancestral.
La evolución ha sido clara: desde la sororidad tribal de nuestras ancestras, a las parteras que se trasladaban pueblo a pueblo con escasos medios (velas, trapos…) en bicicleta, a la llegada de innovaciones médicas como ecografías, reproducción asistida, epidural, acompañamiento de las parejas en la sala de parto… y la llegada de compañeros matrones son los cambios a los que el colectivo de matronas ha ido adaptándose.
“El parto es un proceso físico, pero tremendamente emocional. Y acompañar a la madre en ese proceso apela a tus propias emociones. No hay dos partos iguales ni te acostumbras a recoger niños. Es un momento precioso”. – dice Victoria Esteban.
Reivindicamos la figura de la partera y a las matronas, cuyo trabajo está en muchas ocasiones invisibilizado y que gracias a su labor se evitan fallecimientos de bebés y niños y cuyos cuidados y atenciones previenen intervenciones quirúrgicas innecesarias, así como depresión posparto o violencia obstétrica.
Gracias por humanizar este bello proceso y desmedicadizarlo. en cierto sentido.
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