Si te duele todo, pero no te duele nada; si cada día te duele algo diferente; si te duele hasta el alma; si te recriminan mucho que siempre estás mala o te duele algo… puedes estar padeciendo “dolores de género”.
Ser mujer duele
Marzo es el “mes de la endometriosis”, una enfermedad que afecta a más de 20 de cada 100 mujeres. Esta enfermedad, como muchas otras, es una enfermedad que está marcada profundamente por el género. Esto quiere decir que la manera en la que se concibe socialmente la enfermedad (cómo se investiga, cómo se diagnostica y cómo se trata) está condicionada por la manera en la que se abordan las cuestiones femeninas en la sociedad, siendo un factor de desigualdad y exclusión que condena a las mujeres a experimentar procesos inhumanos de dolor, triple discriminación, incapacidad y desempoderamiento, entre otros problemas.
Esto también sucede con la dismenorrea, el lipedema, la fibromialga y otras tantas.
Ser mujer duele más que ser hombre: la sociedad no está hecha a la medida de las mujeres y, además, no está hecha a la medida de quienes padecen una condición de dolor crónico. Y aunque no padezcas una enfermedad caracterizada por el dolor crónico, tienes riesgo de padecer otros dolores por el hecho de ser mujer en una sociedad hecha a medida de los hombres. Este es, los “dolores de género”.
¿Qué son los “dolores de género”?
He podido identificar en mi consulta un tipo de padecimiento típico femenino, “los dolores de género”, que es como yo llamo a esos dolores inespecíficos que sufrimos las mujeres por el mero hecho de ser mujeres en una sociedad que nos daña constantemente.
Cuanto mayor es la situación de vulnerabilidad de la mujer que padece los dolores de género, peores serán estos y con peores me refiero a que su intensidad será mayor, su dificultad para localizarlos también y hacerse cargo de ellos y tratarlos será toda una proeza. La pobreza, la exclusión social, el maltrato y la violencia…son factores que condicionarán la experiencia del dolor, la manera en la que se aborde o el simple hecho de recibir una respuesta adecuada del entorno.
Las mujeres que padecen dolores de género tienen gran dificultad para localizar en el cuerpo qué es lo que les duele exactamente: tienen dolores agudos con los que conviven diariamente, que desaparecen de repente para ser sustituidos por otros. No tienen ninguna enfermedad concreta relacionada con esos dolores, ni un diagnóstico médico que defina la etiología del problema. Sufren de punzadas, calambres, debilidad muscular o articular que tan pronto como aparece también desaparece. Como no pueden definirlos sobreviven con su presencia.
Y el patriarcado no solo es el origen del problema, sino también el que se encarga de enmascarar la situación: la gordofobia, el prejuicio de “mujer histérica” y el miedo a ser tachadas de locas, los tabúes sobre la sexualidad femenina… impiden que se vea más allá de la evidencia o que la evidencia sea ocultada por miedo al castigo.
Las mujeres que viven o han vivido situaciones de violencia de género manifiestan este tipo de dolores: dolores articulares, dolores en los huesos, punzadas en las manos y pies… Tiene una explicación: el miedo y el estrés de vivir sometidas a la violencia de género bloquea el Riñón, el órgano que se encarga de nutrir nuestros huesos y lo que se bloquea se estanca y duele. No es de extrañar que estas mujeres tengan periodos de ausencia de menstruación y menopausias prematuras.
Al sistema le gustan los dolores de género
El sistema capitalista, materializado en las grandes farmacéuticas y empresas que negocian con la salud, conoce la rentabilidad que genera mantener una situación crónica de dolor inespecífico.
Conozco a mujeres que viven literalmente bajo los efectos del Ibuprofeno.
Sí, es muy preocupante la cantidad de psicofármacos que consume la población femenina, pero es igualmente preocupante la cantidad de medicamentos “light” que tienen como objetivo simplemente sobrellevar el día a día. Y de light tienen bastante poco, pues impactan en nuestro hígado, riñones o estómago dejando una huella irreparable si no frenamos a tiempo su consumo. Que se coman como caramelos no significa que sean caramelos, aunque sean tan adictivos como ellos.
Vivir con dolor no es normal
Es muy frecuente oír en boca de los aliados del patriarcado que “el dolor es normal”.
Si la regla nos duele, es normal.
Si el parto nos duele, es normal.
Si el sexo nos duele, es normal.
Y no, no es normal.
Si te duele una muela o tienes migrañas, ¿no es razonable acudir a un/a especialista que busque el motivo de ese dolor y trate sus síntomas? ¿Por qué entonces los dolores femeninos sí que son considerados normales?
El dolor es romántico, ergo el dolor es político.
Y esto quiere decir que ningún dolor está exento del filtro – patriarcal y androcéntrico – por el que pasa cualquier realidad sociopolítica, por muy fisiológico o biológico sea este hecho. En definitiva, si algo te duele, su etiología podrá ser química, orgánica, vírica… y también sociopolítica.
Los dolores inespecíficos de género, además, están silenciados por el miedo a la enfermedad mental. ¿Será paranoia mía? ¿estoy exagerando? ¿pensarán que me lo invento? ¿cómo le explico al médico que tengo algo pero no tengo nada?
¿Qué puedes hacer si padeces dolores de género?
Mi mejor sugerencia para ti, si padeces dolores de género, es que te pares a pensar cuál es el origen sociopolítico de esos dolores de género: ¿llevas a cabo roles abusivos que han sido impuestos por el mero hecho de ser mujer? ¿sientes que estás harta de estar todo el día entregada a las demás personas? ¿eres cuidadora de otras personas pero no te cuidas a ti misma? ¿ser mujer para ti es tedioso o consideras que ser mujer te expone a más peligros? ¿te sientes insegura en tu barrio o ciudad? ¿tienes una relación matrimonial o de pareja que te hace cuestionarte constantemente tu salud mental? ¿te tratan bien en tu trabajo, familia y entorno?
Si tienes sospechas de que puedas estar padeciendo dolores de género, pregúntate por tu estado de salud: ¿Cuánto tiempo hace que no te realizas un chequeo médico? ¿la gente te suele decir que siempre estás mala o que andas quejándote todo el día? ¿suspiras con frecuencia? ¿sientes que tu salud es débil? ¿tienes muchos altibajos emocionales?
Si padeces dolores de género, el Feminismo es lo más terapéutico que existe para deshacer las causas de esos dolores de género. No te prives y toma todos los comprimidos que necesites.
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