Hoy en #píldorasdepedagogíafeminista hablamos del caso de Caster Semenya, la atleta especialista en la prueba de 800 metros y campeona olímpica obligada por el Tribunal de Arbitraje del Deporte (TAS) a medicarse para reducir sus niveles de testosterona y así poder competir de nuevo en la categoría femenina.
¿Es una cuestión de sexo o una cuestión de género? ¿Es una manera de asegurar la pureza del género? ¿o una forma de preservar el patrimonio deportivo masculino como superior?
El caso de Caster Semenya
Recientemente el Tribunal de Arbitraje del Deporte (TAS) ha estipulado que cualquier atleta que compita en la categoría femenina y que supere los niveles de testosterona deberá medicarse para reducirlos con el objetivo de preservar la integridad del atletismo femenino.
Esta norma está basada en una concepción muy limitante de las infinitas posibilidades de un cuerpo-mujer y en una visión estereotipada del género femenino.
El mensaje que nos están enviando claramente es que la discriminación está institucionalizada y que tengamos cuidado porque si una mujer rompe con alguna de estas dos asignaciones – biológicas y sociopolíticas – puede tener problemas.
No es la primera polémica de estas características en la historia del deporte femenino.
El caso de Dutee Chand, que ganó una dura batalla contra las normas de género de la IAFF. O el caso de Margaret Wambui, duramente cuestionada cuando salió a la luz que era intersexual.
¿Es un problema de sexo o de género?
La polémica está muy centrada en el aspecto de la atleta: alta, fuerte, musculada, grande, impactante…
Todas características que tradicionalmente han sido asignadas a la masculinidad hegemónica. Características negadas para la representación del género femenino.
Como bien dice Marta Borraz del diario.es “La superioridad atlética es patrimonio exclusivo del hombre” y esta sociedad patriarcal, cuando vemos a una mujer romper con la feminidad y exponer un modelo diverso de ser mujer saltan todas las alarmas. El sistema sexo-género se desestabiliza.
Y es que el problema no es que tenga los niveles de testosterona altos, es que lo parece.
Este es uno de los techos de cristal del deporte femenino.
Si tu biología te permite ir más allá de tu género, estás perdida.
¿Y qué pasa con ellos?
Lo que nos lleva a pensar definitivamente que es una problemática de discriminación por motivos de género es que esto también sucede en el deporte masculino. Condiciones como la acromegalia (crecimiento excesivo) presente en algunos jugadores de baloncesto o la policitemia (mayor número de glóbulos rojos por volumen sanguíneo) presente en muchos campeones olímpicos, son vistas como ventajas y no como un factor que coloque a sus iguales en desventaja.
Es una vulneración de los Derechos Humanos
Obligar a una atleta a medicarse para reducir sus niveles de testosterona es una vulneración de los Derechos Humanos por varios motivos:
- Porque se está imponiendo a una persona encajar brutalmente en el sistema sexo-género, a identificarse con un estereotipo que es totalmente ficticio y que jamás alcanzará.
- Porque están poniendo en riesgo la salud física y emocional de esa persona, haciéndola pasar por un proceso de vigilancia, examen, diagnóstico, tratamiento.
- Porque pone en riesgo su profesión, su sustento, su manera particular de vivir el mundo y la vida.
- Porque es una vulneración de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, impidiendo decidir libremente sobre su cuerpo, su sexualidad y sus hormonas.
- Porque es un atentado contra la intimidad de una persona.
Otro ejemplo más de que el género perjudica seriamente la salud.
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