No hay día en el que abra una red social y lea algún alusión peyorativa al Feminismo Radical. Y yo me considero Feminista Radical, pero no me identifico en absoluto con actitudes excluyentes ni transfóbicas e intento día a día revisarme para no caer en ellas. Trabajo y he trabajado en red en múltiples ocasiones con personas trans, pero mi experiencia en el movimiento feminista me ha servido, entre muchas cosas, para saber cuál es mi lucha y cuál es mi sitio. No voy a abanderar ninguna lucha que no me corresponda, no voy a hablar por boca de nadie. Y, por eso, considero que tengo el mismo derecho a tener mi lucha y mi propia voz.
No soy un caso especial, conozco a muchas Feministas Radicales que están en la misma línea y hacen un trabajo maravilloso por visibilizar las desigualdades y violencias que sufrimos las mujeres.
MUJERES, ese es el quid de la cuestión y lo que tanta guerra está originando.
El sujeto político del feminismo.
Y parece que hoy en día solo tenemos dos opciones: ampliar el sujeto político del feminismo o eliminar el sujeto político del feminismo. Las que queremos seguir luchando por los derechos de nuestros clítoris, ovarios, úteros… no tenemos derecho a hacerlo y si lo hacemos corremos el riesgo de ser denominadas transfóbicas e, incluso, de ser agredidas.
Yo lo tengo muy claro: ¿acaso el sujeto político del feminismo – la mujer – ha resuelto ya todas las problemáticas a las que se lleva enfrentando toda la Historia de la humanidad? ¿Acaso las mujeres no tenemos derecho a contar con un movimiento social y político propio? Así estamos, reclamando nuestra habitación propia todavía.
¿Cuándo pasamos de sentirnos orgullosas por ser radicales a tener miedo por ser Feministas Radicales? Sí, he dicho miedo. Las Feministas Radicales sufrimos agresiones allá donde nos posicionamos. Hay una guerra abierta contra nosotras liderada por la misoginia.
El patriarcado sabe cómo reinventarse: hembrista, feminazi, cis y TERF.
Se está extendiendo el uso del acrónimo TERF (Trans-Exclusionary Radical Feminists) para referirse a todo el conjunto de las feministas radicales. Lo he visto en varias ocasiones: “las feministas radicales o TERF…” como si fuese lo mismo.
Una búsqueda rápida por la red sobre el significado de la palabra vislumbra que hay múltiples formas de interpretar esta palabra. Aquí un ejemplo:
lesbicanarias.es define TERF como: “grupo de personas contradictoria que se creen feministas, pero que sólo luchan por la igualdad a conveniencia. Específicamente este grupo tiende a excluir a las personas transexuales que nacieron con el sexo masculino asignado, pero que se identifican con el género femenino”.
Obviamente, lo que esconde esta y otras muchas definiciones del término TERF ligado al Feminismo Radical es una profunda misoginia. También hay mucho desconocimiento de la teoría y miedo a posicionarse. Posicionarse es muy importante, ser claras en intenciones y defender con sabiduría y sin violencia los propios derechos.
¿Por qué todas las Feministas Radicales son TERF según “estes persones”? Es muy útil para el sistema aglutinar a todas las Feministas Radicales bajo el mismo paraguas del término TERF. Sin embargo, la realidad es bien distinta y las feministas radicales somos tan diversas como el espectro de identidades de género, por ejemplo. Respuesta: misoginia (otra vez).
Yo quiero hacer un llamamiento a mis compañeras, las terapeutas menstruales, Doulas, asesoras de lactancia, enfermeras, médicas… Necesitamos de vuestra fuerza, que contéis los testimonios de las mujeres en el sistema público de salud, que contéis vuestras experiencias de violencia obstétrica durante el parto, que continúe la lucha contra la mutilación genital femenina y que el “femenina” no se pierda en ese amplio espectro de identidades… Que no tengáis miedo a pensaros como Feministas Radicales.
MANIFIESTO RADICAL
1. Omitir el Coño en el discurso u obligar a que lo hagan a quienes trabajan en pro de la salud sexual y bienestar de las mujeres es misoginia y violencia. Dicho de otro modo, es también tender una mano al patriarcado y colaborar con sus estrategias machistas. Hablar del Coño con mimo y cuidado nos hace aliadas ante un enemigo común. Si bien es cierto que cada cual elige libremente el camino por el cual lograr una causa, los puntos comunes deben ser vehículos para transportarnos hasta ella. No elijamos piedras, no elijamos el insulto. Hagamos del Coño una palabra alegre y comunitaria, entendamos sus raíces y conflictos.
2. Trabajar desde una mirada inclusiva es responsabilidad de todas. Se puede hablar desde el Coño sin generar prácticas excluyentes, al igual que se deben favorecer espacios mixtos y seguros para hablar sobre el Coño. La violencia no es el camino de la sociedad que necesitamos construir urgentemente, de hecho ese ha sido el camino que nos ha traído hasta aquí. Cuando pedimos inclusión, nosotras solicitamos inclusión también de las compañeras con diversidad funcional y que las charlas y debates sean accesibles, que se analicen las dinámicas de poder norte-sur y cómo las voces del feminismo andaluz pasan desapercibidas cuando hay organizaciones nacionales, que tengamos en cuenta que los coños gordos no gozan de la misma legitimidad en nuestros espacios y que la gordofobia todavía es cuestionada hasta por nosotras mismas.
3. El sujeto político – mujer – es imprescindible para el análisis del sistema sexo-género y para derribar el sistema patriarcal. Cuando hablamos de los procesos fisiológicos de las mujeres, necesitamos nombrarnos, pues sobre estos procesos se articulan las violencias de la categoría género que queremos derribar. Esto no quiere decir que se niegue la realidad de cuerpos que menstrúan o se embarazan y que no pertenecen al género femenino o no se identifican como tal, pero la sociedad necesita tener consciencia de quienes son los sujetos políticos sobre los cuáles se ejerce violencia tanto como que existen realidades diversas. Construyamos algo juntas.
4. Tenemos la obligación con la infancia y la adolescencia de transmitir una imagen saludable y positiva del cuerpo. Tenemos la obligación de hablar de los cuerpos diversos y de sus procesos fisiológicos con sinceridad, ternura, argumentos y respeto. La sociedad y, fundamentalmente la adolescencia y la infancia, deben saber que estamos con ellas y ellos en el proceso de autoconocimiento y devolverles un feedback abierto y sin tapujos. Que ninguna niña, niño, chica o chico se avergüence de su cuerpo, orígenes, identidad. Que el Coño se haga pedagogía.
Comentarios
Hermoso manifiesto! Lo acepto y lo avalo