Ayer vimos desde casa un momento vibrante, emocionante… SORORO.
Durante la retransmisión de la final olímpica de Tokio 2020 de triple salto, apoyábamos (cómo no) a Ana Peleteiro, la saltadora gallega popular por ser muy participativa en redes sociales y platós de televisión y con un discurso marcadamente feminista, antirracista, antifascista y con gran sentido del humor. ¡Estamos contigo, Ana!
La española se disputaba la medalla con el resto de participantes, mientras una de ellas destacaba: la venezolana Yulimar Rojas.
Récord nacional para Peleteiro. ¡Bien, aunque no ganase medalla, su trabajo sería reconocido!
Y poco después…¡Yulimar voló! ¡World Record! ¡Oro asegurado! Acabábamos de ver un momento histórico. Fue cuando Ana Peleteiro, saltó alegre para felicitar a su compañera, las dos se fundieron en un emocionante abrazo lleno de deportividad. La saltadora española dejó a un lado por un momento la competición para alegrarse por su contrincante.
Todo un ejemplo de deportividad.
Competitividad no significa rivalidad. Ana Peleteiro ayer nos lo recordó.
“Yulimar es Godzilla y yo soy un chihuahua que ladra mucho” – dijo con gracia la representante española.
Bronce en triple salto. Oro en sororidad.
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