¿Sabes quién fue Claudette Colvin?

En marzo de 1955, una niña de 15 años de Alabama, llamada Claudette Colvin, comenzó sin saberlo un movimiento antirracista en Estados Unidos sin precedentes, pero la Historia se olvidaría de ella. Colvin, al volver del colegio, no aceptó ceder su asiento a una persona blanca y, ante su negativa, fue arrestada. ¿Os suena este hecho, verdad?

Solo unos meses después, la activista Rosa Parks haría el mismo gesto significativo que aquella joven, pero ella sí tuvo trascendencia y se convertiría en un símbolo de la lucha contra la segregación racial.

Según Claudette Colvin, si se hubiese tratado de una persona mayor, habría cedido su asiento, pero al no ser este el caso, no lo vio necesario, sino más bien un acto racista. Además, el hecho de conocer a activistas históricas negras, le dio la valentía para encarar esta situación. Ella lo explica con estas preciosas palabras:

“Sentía como si la mano de Harriet Tubman (que luchó por la libertad de los afroamericanos esclavizados en EE.UU) me empujara hacia abajo en un hombro, y la mano de Sojourner Truth (abolicionista y activista por los derechos de la mujer) me empujara hacia abajo en el otro. Conocer la labor de activismo de estas dos mujeres me dio el valor necesario para permanecer sentada”.

Tras esto, fue expulsada del autobús por dos policías blancos, arrestada y acusada de infringir las leyes de segregación, alterar el orden público y agredir a un agente de policía. Fue condenada por uno de estos delitos. Fue pionera en plantarle cara a un sistema injusto y sembraría la semilla de futuras acciones por la campaña de derechos civiles de la población negra que cambiarían paulatinamente la legislación de ese país.

Pero, ¿por qué su papel no fue reconocido hasta décadas después? Pues porque Colvin era demasiado joven como para ser símbolo de un movimiento tan potente (se presumía que le darían poca credibilidad a su relato) y porque Colvin, pocos meses después se quedó embarazada y sería un mal ejemplo para la sociedad ultraconservadora y católica en la que vivía. Qué injusto, ¿verdad?

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