Una noticia dolorosa

La semana pasada en nuestra memoria quedará para siempre.

Se confirmaba lo que veníamos ya temiendo desde hace más de un mes: Tomás Gimeno, maltratador, secuestrador y ahora asesino de su propia hija, matando además en vida a su madre y familiares. No hay palabras suficientes de condena para lo que ha hecho este hombre. Y recalcamos: hombre, porque estamos hartas de leer en diversos foros la repulsa hacia el ser humano, la raza humana… A ver si nos enteramos ya de que la mayor parte de los asesinatos son perpetrados por hombres hacia mujeres, niñas y niños. La violencia sí tiene género.

Y es que las pequeñas no fueron las únicas víctimas de violencia de género en la jornada de ayer. Tenemos que lamentar el asesinato de Rocío, de 17 años, a manos de su expareja, que deja en el mundo a una pequeña de 4 meses. Y la joven Elena Lavigni, que también se confirmó que fue víctima de violencia de género y no un accidente fortuito como se pensó en un principio.

Y no queremos dejar pasar la oportunidad de hacer una reivindicación particular a la que esperamos que os suméis y apoyéis.

Son infanticidios: por favor, vamos a llamar a las cosas por su nombre. El producto más brutal de la violencia vicaria son los infanticidios. No tardemos tanto en asimilarlo como hemos tardado con la violencia vicaria (de la que afortunadamente ahora todo el mundo habla) y vamos a hablar alto y claro por la infancia, la más invisibilizada y vulnerable cara de la violencia machista.

4 criaturas y una no nata en lo que llevamos de año. Y posiblemente, tengamos que sumar una más.

Olivia y Anna, siempre en nuestros corazones.

Que este desgarrador e inhumano asesinato despierte de una vez la necesidad urgente de poner a la infancia en el centro y tomar medidas para que nunca más una menor o un menor esté en manos de un padre maltratador porque un maltratador nunca es un buen padre.

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